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José Antonio Orts, Meliana, 1955.
Entre la ciencia y el arte, la física y la estética, existe un lugar remoto y desconocido donde suceden cosas maravillosas. Ese territorio, que sólo unos pocos curiosos están dispuestos a conocer, está poblado por las obras de José Antonio Orts. Piezas de arte electrónico y esculturas sonoras que, lejos de permanecer indolentes en un espacio, lo habitan. Cobran vida cuando son observados.
El estudio de este artista valenciano así lo demuestra. Las paredes, revestidas de componentes electrónicos y paneles solares, nos dan la bienvenida a un espacio donde el ojo inexperto escudriña las piezas en busca de una explicación que lo una todo. Prueba de ello es el corredor, invadido por imponentes tubos de diferentes longitudes. Dependiendo de estos, nos cuenta Orts, el espectador puede escuchar diferentes sonidos o notas musicales. La ciencia es exacta; Arte, pura emoción.
Si bien el arte y la música siempre han cautivado al artista (licenciado en composición), la electrónica fue la disciplina que apareció por primera vez en su vida; concretamente, cuando tenía apenas 10 años. Creó los circuitos como un hobby, sin saber exactamente para qué. Casi tres décadas después, lo sabe perfectamente: las luces de sus obras se alimentan de la energía ambiental a través de paneles solares. Las esculturas susurran o gruñen sonidos a los pasos, movimientos o gestos de las personas que se acercan a interactuar con ellas. El baile entre espectador y obra apenas comienza.
Roma, París, Berlín, Valencia. A sus espaldas, el artista acumula una larga y prolífica trayectoria que le acaba de valer el V Premio de la Fundación Cañada Blanch por su obra Trío de gotas de luz. "Es la primera vez que una obra de arte electrónico gana este premio. Se sienta un valioso precedente", afirma Orts. A nosotros, de momento, nos sirve de excusa para conocerle a él y a su obra. Una oportunidad que no desaprovecharemos.
Obra de la colección: - Duo Fa-la
- Sin título
Duo Fa-la , 2004
Sin título, 2004
Las instalaciones, visuales y sonoras, están realizadas con objetos electrónicos (esculturas) sensibles a la presencia y movimientos del espectador. La forma de estos objetos ha surgido de su función, por lo que existe una relación muy íntima entre su forma visual y el sonido, la luz o el efecto producido. Estos objetos electrónicos captan la presencia del espectador (por los cambios de luminosidad y las sombras que proyectan, o por los pequeños movimientos de aire que provocan al pasar) y transforman esos movimientos del espectador en progresivas variaciones de ritmo sonoro o luminoso. ritmo.
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